Para la lectura en la hora de
matemáticas.....
Vamos con
las historias de Matías. Son muy divertidas. Para poder saber cómo termina cada
historia tenéis que resolver un problema y así saldrá la flecha para poder
continuar con la historia y saber el final. ¡Qué os divirtáis!
Y.......Leemos sin Matías.
Aquí voy
a publicar los cuentos que me vayáis dando y los leeremos los viernes en clase
de mates.
¡¡¡¡Ánimo!!!
__________________________
El dinosaurio.
Augusto Monterroso
(No hay más lectura, sólo es esa frase)
Un diálogo curioso entre una madre y un hijo
- ¡Mamá, dame cinco euros!
- ¡Cuatro euros!¿Para qué quieres tú tres euros si con dos tienes bastante? ¡Toma un euro y lo repartes con tu hermana!
Pulsa en la imagen para empezar.
El viejo gruñón.
Pulsa en
la imagen para empezar.
__________________________
La lectura de
esta semana es "Un diálogo de besugos" no tiene que ver nada con el
pescado, sino más bien consiste en mantener una conversación en la que, o las
personas que participan en ella no se escuchan la una a la otra o que,
directamente, se mantiene una conversación inútil y sin sentido.
Este de más abajo esta tomado de http://seronoser.free.fr/bruguera/dialogosparabesugos.htm
− Buenos días.
− Buenas tardes.
− ¿Tienen ustedes violines desafinados?
− ¿Cómo desafinados, oiga? Es la primera persona que pregunta por
violines desafinados. Si los toca, van a parecer una gaita.
− Es para mi sobrino.
− ¿Le cae gordo su sobrino?
− No. Pero el pobre desafina cantidad musical, y así, con un
violín desafinado, podrá darle la culpa al instrumento.
− ¡Qué buena idea! ¿Es suya?
− Sí, y en casa tengo más
− ¿Tiene más ideas?
− Y que no falten. Yo siempre he sido muy ideota. ¿Usted no
tiene ideas?
− ¡No tiene usted idea de mis ideas! Yo ideo mucho.
− ¿Y qué idea?
− Ideas. Si ideara garbanzos ya no idearía garbanzos porque ya están
ahí.
− ¿Tiene garbanzos? ¿Dónde?
− Ahí. Es un modo de decir que ya están ideados.
− Ah. Tiene usted un modo de decir “ahí” que es demasiado.
− Pues no me ha oído usted decir allá.
− ¡Ay, diga allá! Me muero de ganas de oírle decir allá.
− Me da un nosequé decir allá en público.
− Diga, diga.
− ¡Qué va usted a decir de mí si me oye decir allá…!
− No voy a decir nada. O quizá sí diré que usted es un señor
que dice allá.
− Bueno, pues allá voy.
− Vaya, vaya.
− ¿Dónde quiere que vaya?
− Allá.
− Sí, señor. Para todos ustedes, voy a decir con mucha ilusión, “allá”.
− Sí, pero no se vaya allá. Diga allá aquí.
− Es que es el mejor sitio para decir allá, es allá.
− ¿Por qué Allá?
− Porque allá suena mejor allá que aquí.
− ¿Cómo suena aquí?
− ¿Aquí?
− Allá.
− Allá, aquí suena allá.
− ¿Y allá?
− ¿Aquí, allá?
− No, allá, allá.
− Allá, allá suela así:
− ¿Suena así? ¡Pues si que suena raro allá!
− Allá no suena así.
− Me acaba de decir que allá allá suena así. U así no se
parece en nada a allá, se diga allá, se diga aquí o se diga ahí.
− Me ha interpretado mal. He dicho, dos puntos.
− ¿Ha dicho dos puntos? ¿Cuándo ha dicho dos puntos?
− ¡Ahora! Y no me interrumpa.
− Si me empieza a decir cosas que no me ha dicho, me lía.
− Yo he dicho que allá suena así, dos puntos.
− ¿Que allá suena así dos puntos?
− Allá, allá suena así. Dos puntos. Y ahora digo como suena allá allá.
¿Me entiende?
− ¡Ah! Los dos puntos no es un sonido, es una puntuación
ortográfica.
− Pues, empiezo. Voy a decirles con todo mi corazón allá. Atención:
¡Allá!
− La verdad, ese allá se podía decir desde aquí. Es un allá
corrientito…
− Vaya a escucharlo allá y verá como allá suena mejor allá.
− Voy allá. Buenos días.
− Buenas tardes.